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Alergia o sensibilidad a los alimentos

La diferencia entre una alergia alimentaria y la sensibilidad a un alimento no está muy clara.

Aunque los dos problemas complicar mucho la vida de quienes los sufren, afectando incluso a sus familias, una alergia a algún tipo de alimento pueden provocar una reacción anafiláctica severa y llegar a ser mortal. Se estima que alrededor del 2% de los adultos y el 6% de los niños tienen algún tipo de alergia alimentaria. Esos porcentajes pueden parecer bajos, pero en una población de 100 millones se traducen en 2 millones y 6 millones de personas, respectivamente.

Al igual que cualquier otro tipo de alergia, la alergia a un alimento se produce cuando el sistema inmunológico reacciona excesivamente a un alérgeno que es inocuo para la mayor parte de la población. Los alérgenos típicos son leche, huevos, cacahuetes, mariscos y algunos otros alimentos, como la soja; pero casi cualquier alimento podría convertirse en un problema.

En respuesta al contacto con el alimento problemático, normalmente por ingestión, el organismo libera un anticuerpo llamado IgE (inmunoglobulina E) ya que considera a este alimento como una sustancia invasora, y no como algo nutritivo. Los anticuerpos estimulan la liberación de histamina, prostaglandinas y otros compuestos que producen los síntomas de la alergia.

Los síntomas de una alergia alimentaria tienden a ser más fuertes que los producidos en otras reacciones alérgicas. Es posible sufrir congestión nasal y ojos llorosos, o dermatitis atópica. Pero  a menudo la reacción cutánea y de las mucosas es más evidente, y se produce una urticaria; se pueden hinchar los labios, lengua o garganta; dificultad para respirar y asma; incluso pueden aparecer náuseas y dolor abdominal.

La urticaria es una erupción que aparece en la piel, similar a la comezón producida por las ortigas.

En casos severos, puede producirse una reacción anafiláctica grave. La anafilaxis es una reacción alérgica que afecta a todo el cuerpo. Suele incluir una disminución drástica de la presión arterial, un estrechamiento de las vías respiratorias que conduce a la dificultad severa para respirar, mareos y otros síntomas graves. Es una reacción muy rápida y puede llegar a causar la muerte si no se trata. Desafortunadamente, todos los años se producen algunas muertes debidas a esta causa, aunque la media sea menor de 10 muertes por millón de habitantes en los países desarrollados.

En algunos casos, las reacciones alérgicas a los alimentos están localizadas. Las frutas y verduras frescas hacen que algunas personas sientan hormigueo en la boca. Se cree que la causa son proteínas similares a las encontradas en el polen de algunas hierbas que suelen producir alergias.

Una prueba cutánea puede determinar con gran frecuencia si una persona realmente tiene alergia a ciertos alimentos. El médico toma un extracto de la sustancia sospechosa e inserta una pequeña cantidad debajo de la piel con una lanceta para exponer al paciente al posible alérgeno. La piel se observa durante aproximadamente media hora para comprobar si aparece algún tipo de reacción, normalmente en forma de picor, enrojecimiento o hinchazón.  

Puede realizarse un análisis de sangre para medir a cantidad de IgE producida en respuesta al consumo del alimento sospechoso. Pero no siempre es una prueba definitiva.

Diferenciar entre una intolerancia alimentaria y una alergia alimentaria requiere el diagnóstico profesional de un especialista.

La intolerancia a la lactosa, por ejemplo, es causada por la deficiencia de la enzima digestiva necesaria para procesar este tipo de azúcar presente en la leche. Este es también el caso de la enfermedad celíaca, en cuyo caso no se puede digerir el gluten presente en la mayoría de los cereales, y es normal que sea hereditaria. Los síntomas pueden ser similares, pero ninguno de estos casos es una alergia, tienen origen genético.  

Si hay una alergia alimentaria, la primera acción es eliminar completamente el alimento causante de la dieta y del medio ambiente. Aquellos que padecen una alergia al huevo, simplemente no deben consumir huevos o productos que contengan huevo. Aquellos con alergia a los cacahuetes, deben evitarlos a toda costa, incluso deben evitar respirar las partículas de cacahuete que pudieran flotar en el aire como parte del polvo.

Dado que todavía no hay cura para las alergias alimentarias, evitar a toda costa entrar en contacto con el alimento responsable de la reacción es la mejor forma de prevenirla. Sin embargo, es posible aliviar los síntomas cuando ocurren accidentes. Los antihistamínicos, orales o tópicos, según el caso, suelen estar indicados. En los casos severos, se recomienda  tener siempre a mano un EpiPen, o un dispositivo similar, que permite a las personas alérgicas inyectarse una pequeña cantidad de epinefrina ante una emergencia. Esto puede evitar cualquier un ataque grave de anafilaxis, o que el ataque tenga consecuencias fatales.

La alergia o la sensibilidad a un tipo de alimento son dos de las razones para seguir una dieta restringida con la exclusión del alimento que provoca la reacción dañina. Evitar el alimento problemático es la mejor estrategia. Excluirlo totalmente de la dieta y del medio ambiente es esencial en el caso de una alergia alimentaria.

Algunas alergias alimenticias son tan severas que la víctima reacciona a una comida cocinada en una sartén previamente utilizada para preparar una comida que contenía el alérgeno, o un plato donde se había servido, incluso después de haberlos lavado.  Se han producido reacciones a algo que se estaba preparando en la cocina, con varias habitaciones por medio, o al beso en la mejilla de una persona que había comido el alimento ofensivo.

Cuando alguien dice que no puede tener algún tipo de marisco, soja, huevos o cacahuetes, no es un asunto para tomarlo a broma. Ha habido casos de reacciones graves, incluso fatales, cuando se ha comido algo que contenía la sustancia alergénica sin saberlo, pensando que estaba ausente.

Como los niños no pueden reconocer fácilmente el peligro, si existen casos de alergias en una escuela, se suele pedir que ningún otro niño traiga el alimento causante a la escuela, particularmente en el caso de la alergia a los cacahuetes y frutos secos. Y se prohíbe su uso en la cocina de la escuela para evitar casos de contaminación cruzada. Seguramente es incómodo para los niños que no tienen alergias, pero puede ser una cuestión de vida o muerte para alguno de sus compañeros.

Hay un porcentaje mucho mayor de niños que sufren alergias que de adultos. La mayoría de los niños que muestran algún tipo de síntomas alérgicos a un alimento en particular, superan su alergia y pueden tolerar el alimento ofensivo más tarde en su desarrollo, aunque sea ya como adolescentes o como adultos. Sin embargo, siempre hay algunos que tendrán esa alergia de por vida.


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