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Los vinos de la Toscana

El espíritu del renacimiento sigue vivo en la Toscana.

La Toscana se encuentra a medio camino entre Milán y Roma. Limita al oeste con el mar Tirreno y con la cordillera de los Apeninos al este.

Los primeros habitantes de la región fueron los etruscos. La Toscana se convirtió en un centro de arte y cultura durante la Edad Media y el Renacimiento bajo el patrocinio de la familia Medici. Y ningún arte se desarrolló más en la región que el del vino. Las vides silvestres crecían en abundancia alrededor de las colinas bañadas por el sol de la Toscana incluso antes de que los etruscos llegaran a la zona. Y esos primeros pobladores desarrollaron esas primeras hasta convertirlas uvas en las mundialmente famosas sangiovese y lambrusco.

Y junto a estas uvas se encuentran cabernet sauvignon, canaiolo, ciliegiolo, que se convierten en  los montalcino, scansano, carmginano, junto con el chianti, el más conocido. Y por si la variedad de uvas fuera poca, hay también abundantes mammolo, malvasía, colorino, raspirosso, gamay, moscatello y otras. Y no es necesario limitarse sólo a los tintos, pues también están los deliciosos blancos de la isla de Elba, vermentino, bolgheri y val di nievole.

Cuatro de las nueve zonas clasificadas de DOCG (Denominazione di Origine Controllata e Garantita) de Italia se hayan en la Toscana. En una sola tienda de vinos en la Toscana, el número de etiquetas disponibles está alrededor de las 5.000, cuando era tan sólo un millar no hace tantos años. No es de extrañar que Italia compita con Francia por ser el líder mundial en producción de vino.

Los vinos toscanos se producen en viñedos que van desde el Castello di Fonterutoli, propiedad de la misma familia desde 1435, hasta los fundados hace solo unos años. Y están experimentando un récord histórico en calidad y popularidad

En ningún lugar es más evidente la importancia de la calidad que en Rocca delle Maccie. La fertilización biológica, la poda cuidadosa y la recolección manual, y el uso de barricas de roble para el envejecimiento de los vinos son solo algunas de las prácticas instituidas en esta finca, que es miembro activo de un consorcio de productores de chianti classico, uno de los vinos más vendidos en Italia.

Los vinos toscanos tienen historia. Por ejemplo, el fassati nobile di Montepulciano, hecho con una mezcla de prugnolo gentile, que es un clon de sangiovese grosso, canaiolo nero y mammolo, fue elogiado en el siglo XVIII por Voltaire.

Los vinos producidos aquí van desde el simple chianti hasta los complejos súper toscanos, con aromas frutales. Después de la modernización de los viñedos y los métodos vitícolas de la década de 1970, las cosechas entraron en la categoría mundial a partir de 1996.

Los súper toscanos fueron creciendo en popularidad a medida que se empezaron a producir tintos de estilo más internacional a partir de las mezclas de cabernet sauvignon y merlot, al estilo de Burdeos, junto con el Sangiovese. Normalmente van etiquetados como vino de mesa, para eludir las regulaciones gubernamentales que limitan los tipos de uva y las técnicas a usar, pero ahora son todo menos eso. Entre estos destacados tintos modernos se encuentran el brusco dei Barbi, muy celebrado entre los conocedores.

Sin tener nada que envidiar a los productores de vinos tintos, el bolgheri vermentino es un blanco delicioso y afrutado que combina perfectamente con el marisco. Y aunque una vez fue exclusivo de Francia, el cabreo chardonnay italiano compite en igualdad de condiciones.

Chianti

El nombre dice “vino” y lo dice bien alto. La zona del chianti abarca solo 300 kilómetros cuadrados en el centro de la Toscana, entre Siena y Florencia. Chianti domina el valle del Elsa. El abrupto terreno varía desde los bosques verdes a las praderas pedregosas. Las hileras de viñas comparten terreno con olivares y alguna encina aislada.

Fueron los fenicios quienes introdujeron la enología en el área, que entonces se conocía como Oenotria, la tierra del vino. El sol y el aire de la montaña atrajeron a griegos, etruscos y romanos, quienes a su vez introdujeron nuevas especies de vid y también nuevas técnicas de cultivo. Durante muchas de las décadas posteriores al primer milenio, Italia fue famosa por tener las mayores y mejores cosechas de uva del Mediterráneo.

Pero a partir del siglo XVIII, la calidad percibida de los vinos chianti disminuyó  muchísimo y se quedó en el mínimo. En la década de los 1880, la filoxera, un insecto que se alimenta de las raíces y hojas de la vid, destruyó muchos de los viñedos de Europa e Italia también sufrió. Pero, los viticultores italianos lucharon heroicamente para recuperarse de la pérdida de las variedades indígenas.

En 1968, la tierra en la zona del chianti era muy barata. Y hoy la situación ha dado un giro completo. Los visionarios aprovecharon los precios de la tierra y han reconstruido sus viñedos y sus vinos para convertirlo en el producto que compite con los mejores del mundo.

El clima continental en la zona favorece la producción de uvas que prefieren un clima estable, constante y moderado. El suelo pedregoso y seco, infundido con piedra caliza, proporciona abundante luz y calor a las vides. El riego solo se permite en situaciones de emergencia, por lo que las vides profundizan naturalmente en el suelo para adquirir agua y nutrientes.

Las ocho subregiones, Chianti Classico, Colli Arentini, Colli Fiorentini, Colli Senesi, Colli Pisane, Montalbano, Rufina y Montispertoli, tienen sus propias técnicas y productos distintivas. Al igual que la designación francesa AOC (Appellation d'Origine Contrôllée), Italia tiene sus propios métodos de clasificación para garantizar un producto de calidad: DOCG (Denominazione di Origine Controllata e Garantita) que especifica los requisitos que se deben cumplir en el cultivo y en la vinificación.

Hoy en día, Italia cultiva más de 100 variedades oficiales de vitis vinifera, la especie de vid que constituye el punto de partida del 99 por ciento de los vinos del mundo. Los tintos nobles chianti se conoceno en toda Europa como vinos finos, de los cuales no hay mejor expresión que el classico.

Sólo dos tercios de la superficie disponible están registrados para la producción del chianti classico, que deber ser un 80% sangiovese, según las normar DOCG.

Las variedades distintas de classico incluyen sangiovese mezclada con canaiolo (hasta 20% máximo) y colorino. Para los vinos blancos, se utilizan trebbiano o malvasía. Los rendimientos están limitados por ley a nueve toneladas por hectárea en un esfuerzo por mantener la alta calidad.

No existen requisitos legales que determinen el envejecimiento en roble, pero muchos viticultores lo prefieren para sus vinos de reserva, que normalmente tienen un 12% de contenido de alcohol en volumen.

El chianti es un tinto con un color rubí profundo, que tiende a granada con la edad. El sabor es seco, ligeramente tánico, con un aroma intenso, a veces con notas de violeta.

Los viticultores italianos que siguen el estilo tradicional continúan trabajando en torno a regulaciones restrictivas, y la reputación mundial del chianti sigue creciendo.