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Motivación para cocinar

Todo el mundo necesita una palabra de aliento de vez en cuando y los cocineros no son menos.

Incluso los chefs profesionales agradecen las muestras de apreciación. Claro que no hay nada que suba la moral de un cocinero como ver a los comensales disfrutando de la comida que ha preparado, y ver los platos limpios, pero hasta que llegue el momento de servir,  uno puede motivarse, y alentar a otros, para alcanzar la excelencia culinaria.

Si la receta no resulta absolutamente como se esperaba, no hay que desanimarse. Cada cocinero suele ser su peor crítico pero lo más probable es que todos los demás piensen que ese era el resultado que se esperaba obtener y disfruten el plato. Especialmente si tienen hambre. Cuando hay hambre no se suelen encontrar fallos en como está cocinada la comida; todo sabe bien.

Está bien sustituir unos ingredientes por otros cuando no se tienen a mano los originales, o cuando se prefiere otra cosa. Además. Los experimentos culinarios pueden arrojar resultados sorprendentes.

Si uno ha hecho el propósito de cocinar en casa más a menudo y un día entra la pereza y se ve en la cola para recoger comida preparada o pidiendo algo por teléfono, no hay que desanimarse. Basta con renovar los buenos propósitos y empezar de nuevo al día siguiente.

Y lo mismo pasa con las dietas. Si se falla un día, no hay que tirarse de los pelos. Lo mejor es volver a empezar la dieta al día siguiente. Cada vez habrá menos fallos y se obtendrán los resultados deseados.

Uno no puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si uno no ha comido bien. ~ Virginia Woolf

No hay que ponerse nervioso ni desanimarse si no se reciben cumplidos acerca de la comida. A menudo, el mejor cumplido que uno puede esperar son los platos vacíos y casi limpios.

Pero es bueno cumplimentar la comida y darle las gracias al anfitrión cuando nos han invitado a comer, cenar, desayunar o merendar.

La cocina no es química. Es un arte. Requiere más instinto y buen gusto que mediciones exactas. ~ Marcel Boulestin

Y también hay que recordar los buenos modales cuando se come fuera de casa. Cuando se añade por favor al pedir la comida y se dan las gracias al recibirla se recibe un servicio mejor.

Como en muchas otras cosas, la práctica hace al maestro. Para que un plato salga perfecto hay que repetirlo varias veces. Y si sale mal, también hay que intentarlo una y otra vez.

Cocinar es como amar. Debe hacerse con entrega total o no hacerse en absoluto. ~ Harriet Van Horne

De la angustia a la liberación

Se crea o no, hay algunas cosas que se pueden hacer para tranquilizarse y evitar la crisis nerviosa que parece a punto de estallar. Cuando uno se encuentra que sólo falta una hora para que lleguen los invitados y el pavo todavía no se ha descongelado del todo parece que esa crisis nerviosa es inevitable. Pero no, no es necesario preocuparse. Lo mejor es hacer algo para aclarar la mente y coger fuerzas para enfrentarse al problema.

Respirar hondo – Funciona tanto en la cocina como en otras situaciones. Se hace una inspiración profunda mientras se repite: "No voy a quemar el pavo esta vez. No voy a quemar el pavo esta vez." En serio, respirar profundamente ayuda a llenar los pulmones de aire, y ese aire llena de oxígeno la sangre y los músculos. Este oxígeno también llega al cerebro y ayuda a mantenerlo enfocado y alerta. Una respiración profunda y pausada baja el ritmo cardiaco y sube el nivel de confianza en uno mismo, ayudando a echar esa angustia inoportuna fuera de la cocina.

Escuchar música – La música puede influir en el estado de ánimo. De alguna forma, la música animada logra levantar la moral y alejar los pensamientos negros. Basta recordar uno de esos días donde todo iba bien y estábamos en el coche cantando a pleno pulmón con la radio, aunque estuvieran las ventanas abiertas y todo el mundo estuviera escuchando. Incluso los muy tímidos cantan en la ducha. Así que lo mejor es agarrar una radio y sintonizar la emisora que pone nuestras canciones favoritas mientras se cocina ¿Quién sabe? Tal vez incluso se puede llegar a disfrutar de una experiencia caótica cuando está acompañada por algunas melodías que hablan sobre la alegría de vivir.

Picar algo - Si, en serio. Al coger el cuchillo más grande y utilizarlo con saña sobre un repollo, una zanahoria, o lo que se tenga a mano, la tensión desaparece. Uno se siente como si hubiera heredado una fortuna después de demostrarle a la zanahoria quien manda en la cocina. Sólo es necesario asegúrese de no picar una cebolla, no es nada agradable acabar con los ojos y la nariz enrojecidos y llorosos. Aunque a veces llorar es un desahogo y picar una cebolla es el truco que algunas personas usan cuando sienten ganas de llorar y desahogarse, pero no quieren que nadie les pregunte por qué.

Abrir una ventana para que entre la luz del sol - La vitamina D es capaz de hacer maravillas con el estado de ánimo. Cuando uno se siente angustiado, salir y ponerse bajo los rayos del sol alivia la situación. Si no se puede salir a tomar el sol per se puede abrir una ventana para que llegue más luz, solo queda hacerlo y disfrutar esa luz durante unos minutos, y aun mejor si se hace respirando profundamente. Pero mejor no hacerlo cerca de esa cebolla que se acaba de machacar.

Divertirse - Así es. Ya que la música está puesta, se puede intentar imitar los pasos de baile de algún bailarín famoso. También se puede hacer algo tonto como esculpir una cara en un limón, o ponerse el delantal e imitar a uno de los chefs que aparecen en televisión. El caso es divertirse. Hacer un poco el tonto ayuda a sentirse un espíritu libre, y baja los niveles de ansiedad.

Uvas tintas en copa, dibujo de un mosaico.