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Una comida con invitados

La comida sabe mejor cuando se come en buena compañía, y aún más si se trata de una celebración.

Como anfitrión

Cuando se va a preparar comida para invitados, antes de planificar el menú conviene averiguar si alguno de ellos tiene alergias, necesidades dietéticas especiales, o evita comer algún tipo de alimento  por razones culturales. Así se evita dar pasos en falso como servir pasta con gluten a un celíaco, o carne a un vegetariano, y no tener una alternativa preparada.

Cuando se va a entretener a un grupo grande de invitados, más vale planificar con mucha antelación y cocinar por anticipado cuanto sea posible. Una gran parte de la preparación podrá hacerse en los días previos. Por ejemplo, podría ponerse la mesa el día anterior.

Poner la mesa con antelación, pronto por la mañana o el día anterior, es una buena idea incluso cuando el grupo de invitados es pequeño.

Más vale preparar una lista de tareas con su horario para el día de la fiesta. Así se sabe exactamente cuándo hay que finalizar la preparación de cada plato para que todo esté listo a tiempo.

Si es la primera cena con invitados que se organiza, que sea simple. Más vale un menú sencillo, recetas con las que estamos familiarizados, y pocos huéspedes, de 6 a 8 como máximo.

Preparar platos que conocemos y siempre nos salen bien es también la forma de reducir la tensión para la siguiente comida con invitados que se organice. Cuando hay invitados, no es el momento de hacer experimentos culinarios.

Se debe recibir a los invitados con un pequeño aperitivo. De esta forma los primeros invitados están entretenidos mientras llega el resto del grupo, y el anfitrión tiene tiempo para terminar el primer plato de la comida oficial.

Por el postre, se puede pensar en ofrecer una opción saludable, como por ejemplo como fruta fresca preparada o ensalada de frutas, además de algo un poco más decadente.

¿Quién dice que tiene que cocinar todo uno mismo para una fiesta? Si se trata de un grupo de confianza, se puede pedir a alguno de los invitados que colabore y prepare uno de sus platos favoritos o un postre. Alternativamente, se puede organizar el evento como una cena compartida donde los huéspedes traen la mayoría de los platos, las bebidas, y aperitivos.

Y si se organiza una cena compartida, no se debe perder de vista lo que cada invitado va a traer para evitar duplicados. No hay que ser tímido y se debe pedir específicamente  a alguien que prepare ciertos elementos si es que se necesitan para completar el menú.

La limpieza después de la fiesta será más fácil si el lavavajillas está vacío antes de que lleguen los invitados.

Si uno de los invitados no come mucho, es de mala educación preguntar por qué.

Como invitado

Se debe llevar un regalo para el anfitrión o anfitriona. Preguntar primero se debería llevar algo, aparte de ayudar, cualquier contribución que se haga a la comida cuenta como regalo. Si no se hiciera falta nada, todavía es necesario  no llegar con las manos vacías.

Existen algunos regalos tradicionales que se pueden llevar cuando no se está seguro de que sería lo mejor o no se conoce muy bien a los anfitriones. Una botella de vino, una caja de bombones, un postre, velas perfumadas, flores, o una pequeña planta suelen ser siempre bien recibidos.

Los buenos anfitriones suelen tener todo organizado y probablemente ya han escogido el vino y el postre que van a servir, así que uno no debe sentirse ofendido si guardan el vino o el postre que se ha traído para otra ocasión.

Para una fiesta, las aportaciones no necesitan ser sólo culinarias, se puede ofrecer llevar  velas para la mesa, servilletas o platos de papel, o algo para la decoración del evento. Siempre avisando a los anfitriones de qué es lo que se va a llevar por si quisieran tenerlo en cuenta.

Si se va a llevar objetos decorativos para la mesa o flores como decoración y uno es muy organizado, pueden enviarse por la mañana, para que los anfitriones puedan utilizarlos durante la cena.

Si se va a contribuir con comida, lo mejor es llevarla en la fuente en la que va a servir para no darles más trabajo a los anfitriones y evitarles preocupaciones.

Si se va a contribuir a una comida con un plato que necesita calentarse o algún tipo de preparación de último minuto, se debe informar a los anfitriones con antelación, para que puedan estar preparados.

Los platos que se lleven a una cena compartida no siempre tienen que prepararse en una cantidad suficiente para alimentar a todos los invitados. Si se trata de una mesa con muchas opciones, casi todo el mundo prueba una cantidad pequeña de varios platos, no una ración normal, y casi nadie probará un poco de cada plato que esté servido en la mesa.

Como huésped, se debe disfrutar de la comida. Si hay algo que no gusta, pues uno se aguanta y prueba una cantidad razonable.

Sólo se rechaza el alimento en el caso de alergia severa. Claro, que esto se debería haber avisado antes para evitarse riesgos de salud, y para evitarles pasar un mal rato a los anfitriones y al resto de los invitados.

Si uno es quisquillosos con la comida o tiene algún problema grave de alergia o intolerancia alimentaria, no es de mala educación ofrecerse a llevar su propia comida cuando el anfitrión le pregunte sobre sus gustos y preferencias de dieta.

El presupuesto de una comida depende del número de invitados

No importa cuál sea el tipo de fiesta o reunión que se esté planeando, una de las formas más comunes de estropearla, y pasarse del presupuesto, es sobreestimar, o subestimar, el número de invitados que vendrán y lo que son capaces de comer.

Una tarta de cumpleaños con velitas.

Puede haber demasiado de algo bueno

A todos nos ha pasado. Esperamos que vengan treinta personas y lo último que deseamos es que falte comida, así que cocinamos para cuarenta; simplemente para estar seguros de que nadie se va a quedar con hambre. Entonces aparecen sólo veinte personas. Entre cuarenta y veinte hay una gran diferencia y sobra comida por todos lados ¿Qué se hace con esa comida? Lo más probable es que una parte acabe viajando a las casas de los invitados que sí vinieron, porque normalmente no se tiene suficiente espacio en la nevera o el congelador para guardar tantas sobras. Aunque se tenga un refrigerador muy grande y uno se pase comiendo restos durante los siguientes siete días es imposible comérselo todo antes de que se estropee.

Esta situación causa ansiedad y frustración, además de resultar una mayor carga financiera, pues cocinar para cuarenta causa mucha más ansiedad que cocinar para veinte. Además, el resultado final es contemplar como el dinero que hemos ganado duramente sale caminando por la puerta o acaba en una bolsa de basura.

Lo de “menos es más” no funciona en este caso

Cocinar de menos es casi tan malo, si no peor, que cocinar de más. Cuándo se espera que muchos de los invitados fallen, lo normal es preparar menos cantidad de comida. Estamos en el caso en el que se ha invitado a treinta personas y se supone que sólo vendrán quince, y se ha preparado comida para alguno más de quince; pero aparecen todos los invitados ¿Con qué se les alimenta? La suposición de que van a faltar muchos de los invitados es una asunción peligrosa de hacer, especialmente cuando se trata de comida. A pesar de que habrá nada que regalar ni tirar, la situación es muy mala. Hay personas ansiosas por picar algo pero los aperitivos que se prepararon sólo para quince o veinte resultan lamentablemente escasos. Y ese pavo, dorado y sabroso, que tienes hubiera alimentado perfectamente a quince o dieciséis personas, solo produce raciones miserables cuando se trata de estirarlo para darle de comer al doble de personas.

Como no hay número de patatas que se puedan añadir para estirar la comida al doble de raciones, sólo hay una cosa que el anfitrión pueda hacer: pedir comida al restaurante de la esquina o a cualquier establecimiento que envíe platos preparados a casa. Usted sólo puede hervir hasta tantas patatas más para ayudar a estirar una comida. El tener que salir corriendo a por más comida puede estropear el día. En vez de haber cocinado para treinta, uno se encuentra comprando aperitivos y comida preparada para quince. Una fiesta no debe acabar así.

Confirmar la asistencia de los invitados

Ya que pasarse es tan malo como quedarse corto con la comida, deben evitarse ambas situaciones. Confirmar la asistencia de los invitados es una de las formas más fáciles para poder hacer una buena estimación de la cantidad de comida a cocinar. Esto es lo que hacen los buenos anfitriones.

Cuando se envía una invitación se puede pedir que se responda (RSVP) confirmando si se va a atender o no. Aunque hay a quienes les disgusta hacerlo, especialmente si se trata de una fiesta informal o una reunión familiar, no es necesario darle muchas vueltas. Sea cual sea el tipo de fiesta que se esté organizando, saldrá mucho mejor si se sabe a ciencia cierta quien va a asistir. Y los invitados deberían apreciar la consideración que se les presta< se trata de asegurarse de que haya suficiente comida y bebida para todos. Si los invitados tardan en responder a la invitación, entonces no hay más remedio que coger el teléfono y llamar para preguntar directamente. Puede aprovechase la llamada para asegurarse de que saben el sitio y la hora de la fiesta, y preguntarles sobre sus preferencias dietéticas.

Cuando se conoce el número de asistentes, se pueden estimar las cantidades de comida adecuadas para que ni falte ni sobre. Y todo marchará sobre ruedas.