Se puede reducir el gasto en comida, incluso cuando los precios de los alimentos suben.
Muchas personas vuelven de hacer la compra semanal con la sensación de haber gastado más dinero comprando menos cosas. Esa sensación es la misma al cerrar la sesión después de hacer la comprar por Internet. No son imaginaciones suyas.
El precio de los alimentos siempre está en alza, pero sube demasiado rápido cuando hay situaciones de crisis. Si ir al mercado, aunque sea virtualmente, se hace cuesta arriba, será necesario reducir lo que nos gastamos en comida. Hay formas de hacerlo, aunque tengamos que modificar ligeramente nuestros hábitos.
Quienes hacen la mayoría de la compra en el supermercado, necesitan encontrar otro supermercado más sencillo y barato. Hay supermercados que ofrecen precios más bajos porque usan marcas blancas, empaquetadas sin lujos, y una distribución de a superficie muy elemental. Y se pueden encontrar buenas ofertas en Internet, si se trata de artículos no perecederos, no suele ser un problema comprar así.
Alimentos y accesorios de cocina que se usan con más frecuencia, como los cereales, legumbres, condimentos, bebidas envasadas, leche de larga duración, papel de aluminio o papel de cocina se pueden comprar en gran cantidad, generalmente a un precio más bajo, en ciertos almacenes o cooperativas. Hay cooperativas que consiguen precios más baratos para sus miembros. Algunas de ellas se especializan en vender grandes cantidades y puede que sea necesario pagar una cantidad para entrar o una cuota anual para hacerse miembro de la cooperativa. Esta es una opción para quienes tienen espacio para guardar las compras y consumen una gran cantidad, de lo contrario se corre el riesgo de no comer nada más que alubias durante los siguientes tres años. Otro tipo de cooperativa de alimentos es aquella en la que cada miembro contribuye al esfuerzo, físicamente. La mayoría de este tipo de cooperativas están diseñadas para comprar productos frescos a precios razonables, pero son adecuados para comprar en pequeñas cantidades.
Cuando cambiar de tienda no sea posible, habrá que cambiar a una marca más barata o a la marca de la propia tienda. Cambiar un producto de cada categoría por uno más barato del mismo tipo cada vez que se hace la compra es un buen ejercicio, aunque no tengamos la necesidad de ahorrar. La mayoría de las veces no se nota la diferencia. Si el nuevo producto no satisface, o si la calidad resulta ser mucho peor, siempre se puede volver a comprar el producto de siempre, a menos que tenga restricciones presupuestarias serias.
La comida preparada, parcialmente preparada, envasada o empaquetada es conveniente, pero suele venir en cantidades estándar, que no siempre son las adecuadas. Comprar a granel o por piezas sueltas, suele ahorrar dinero porque es posible comprar solamente lo que se necesita. Si el supermercado habitual Si el supermercado habitual no tiene una buena variedad de productos sueltos, carnicería y pescadería, probablemente se puedan encontrar en los mercados y mercadillos locales, si los hay.
Planifica las comidas y calcula las porciones justas no comprar más cantidad de lo que se necesite. La excepción es cuando comprar más cantidad es parte del plan, porque se van a cocinar varias comidas en una sesión o está programado hacer porciones para congelar.
A veces no hay más remedio que hacer cambios en la dieta, en las recetas y la forma de cocinar. No siempre se trata de renunciar a algo por completo, sino de comerlo con menos frecuencia. La carne suele ser el alimento más caro, seguida del pescado. Además de calcular muy bien las porciones, puede ser necesario escoger cortes de carne más baratos, o tipos de carne más baratos, o ambas cosas. Los cortes más baratos son igualmente nutritivos, pero necesitan cocinarse durante más tiempo generalmente. En el caso del pescado, se trata de escoger pescados más baratos porque no hay tanta variedad de cortes. Otra opción es comer menos carne y pescado, no es necesario comer carne y pescado todos los días. Hay platos sin carne muy nutritivos y notablemente más baratos. Los platos sencillos de arroz, pasta, legumbres o huevos hechos en casa suelen ser los más económicos.
Trucos de las grandes superficies
Es muy raro encontrar a alguien que no ha ido alguna vez ha ido a la tienda para comprar solo pan y leche y ha vuelto con una cesta llena de comida o ha necesitado comprar más bolsas. Las grandes superficies tienen sus trucos para que los clientes compren más. Nada se hace por casualidad en las grandes superficies. Todo está planeado para maximizar sus posibilidades. Frecuentemente logran que compremos cosas que no habíamos planeado.
Distribución
El diseño de cualquier tienda, incluidas las de comestibles, está pensado para que los clientes pasen por delante de muchos productos antes de llegar a los artículos de mayor uso, o en camino hacia la caja para pagar. De esta manera, hay más posibilidades de que los clientes vean algo que les apetezca y lo compren, incluso si esa no era su intención original.
Cambio de distribución
Con el tiempo, los clientes se conocen el diseño del establecimiento y comienzan a buscar sus artículos favoritos ignorando el resto. Entonces es cuando se produce un cambio en la colocación de los productos. El objetivo de esos cambios regulares es hacer conseguir que los clientes pasen más tiempo adentro de la tienda y tengan que volver a pasar por delante de muchos productos antes de encontrar los que querían comprar.
Música ambiental
La música y canciones populares distraen y los clientes tienden a meter productos en la cesta sin pensarlo demasiado. La música lenta hace que las personas caminen más despacio, al ritmo de la música, y hay más oportunidades para que se fijen en los pequeños ganchos colocados alrededor para llamar su atención. Por supuesto, compran más.
Comprar con los ojos
Los productos más caros, o los que la tienda quiere promocionar, suelen estar a la altura de los ojos. Hay que mirar hacia arriba y hacia abajo para ahorrar dinero.
Igualmente, los productos para niños se colocan a la altura de los ojos de los niños. Si consiguen atraer su atención, los niños harán el resto del trabajo. Suelen ser antojadizos e incordiarán a sus padres para que compren cualquier cosa de la que se encaprichen. La mayoría de las veces, los padres ceden.
Compras impulsivas
Los pequeños artículos que se compran por impulso, como refrescos fríos, dulces, chocolates y revistas, se colocan convenientemente cerca de la caja.
Abrir el apetito del comprador
El olor a pan recién horneado o pollo asado, que a menudo flotan en las tiendas, hacen que a los clientes les entre hambre y se sientan hogareños. Y ¿qué puede hacer un cliente hambriento cuando está rodeado de comida? Comprar cualquier cosa que le apetezca mínimamente, o comprar algo que pueda comer rápido, aunque sea un bocadillo.
Las ofertas gratuitas de muestras de alimentos también están destinadas a abrir el apetito de los clientes. Es muy difícil decir que no después de recibir un regalo.
Una oferta que no se puede rechazar
Muchas de las grandes superficies fijarán el precio de algunos de los artículos muy populares casi a pérdida para atraer clientes. Esta técnica también ayuda a hacerles creer que todo lo que hay dentro es barato.
Todas estas ofertas de "dos por uno” o “compre dos, y el tercero es gratis" o “uno por 7 y dos por 13” tienen como objetivo llevar a las personas a hacer compras no planificadas. Si es una ganga, hay que aprovecharla. Además, hay que mirar estar ofertas con lupa y con la calculadora en la mano. A veces es más barato comprar un paquete más grande que dos pequeños aún con oferta. Lo contrario también puede ser cierto, puede ser más barato compra dos paquetes pequeños en oferta que el paquete grande que siempre compramos.
Las tarjetas de cliente brindan a las tiendas un dibujo maravilloso de los hábitos de compra de sus parroquianos. Con la información obtenida de tales esquemas, pueden dirigirse a ellos con ofertas especiales muy tentadoras.