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La bodega ideal

Una bodega puede ser tan pequeña como un armario de cocina, o tan grande como el laberinto de pasajes secretos bajo tierra de un castillo.

No importa el tamaño siempre que las condiciones sean adecuadas para el almacenamiento y la maduración del vino. La bodega ideal debería cumplir unas pocas normas.

  • Debería estar fresca, con una temperatura entre 10º y 15º C.
  • La temperatura debería ser constante.
  • Debería tener una humedad alrededor del 75%.
  • No estar expuesta a vibraciones, que pueden viajar a través del vino.
  • Debe ser oscura, sin luz solar directa.
  • Estar libre de olores, especialmente sustancias químicas.
  • Tener estanterías donde las botellas de vino puedan acostarse de lado.

Una habitación como esta, oscura, fresca y húmeda durante todo el año, es lo que se llama una bodega pasiva. Una bodega pasiva es el lugar ideal para almacenar vino. Desafortunadamente, este tipo de condiciones solo se dan en sótanos subterráneos con gruesas paredes de piedra. La inmensa mayoría de las viviendas modernas carecen de sótanos, y menos aún uno que pueda servir como bodega. Solamente mansiones antiguas construidas en piedra suelen tener este tipo de bodega.

Algunas habitaciones en el sótano tienen potencial para convertirse en bodegas si se les pone el aislamiento adecuado. Si la habitación está bien aislada, el cambio de temperatura será muy lento incluso sin una unidad de refrigeración. Debe escogerse un material aislante que sea inodoro, que no absorba la humedad y que tenga un sello hermético.

Los que no tienen el lujo de contar con una habitación para guardar sus vinos, pueden optar por un armario especializado, como las antiguas credencias, una enoteca o una nevera para vino: Aunque no cabrán tantas botellas.

Posibles problemas en la bodega

Que la temperatura sea un ligeramente más alta que la temperatura óptima (10 a 15º C) no es grave. Simplemente, el vino madurará más rápido. En algunos pocos casos, el vino sería un poco menos satisfactorio.

Los cambios de temperatura si son un problema. Los cambios de temperatura son perjudiciales para el vino; particularmente los cambios bruscos. La variación de temperatura causa mucho más daño que una temperatura ligeramente más alta que el nivel deseado. El vino no debe refrigerarse en exceso pues el frío aletarga su sabor.

La falta de humedad es un problema. En las bodegas sin suficiente humedad pueden ocurrir que el corcho de los tapones se seque, se contraiga y deje entrar aire en la botella. El aire oxidará el vino, convirtiéndolo en vinagre a largo plazo.

El exceso de humedad tampoco es bueno. El moho crece cuando el nivel de humedad es superior al 95% y el moho puede dañar al vino.

El vino se puede estropear cuando se agita demasiado. Por eso no se recomienda guardarlo cerca de un electrodoméstico con motor, como puede ser la lavadora o el frigorífico. Teniendo en cuenta el comentario sobre el frío, se sigue que el vino no debe estar mucho tiempo en el refrigerador. Tampoco deben moverse las botellas más de lo estrictamente necesario.

Es necesario evitar la luz solar directa ya que los rayos ultravioleta son especialmente peligrosos para el vino.

Un buen vino no debe guardarse junto a restos de pintura, barniz o aguarrás. Los vapores de estas sustancias químicas pueden difundirse a través del tapón de corcho y estropear el sabor. El corcho es poroso.

El contacto constante entre el corcho y el líquido evita que el corcho se seque y deje entrar aire en la botella, por eso se guardan acostadas. Los vinos con tapón de rosca se pueden almacenar en posición vertical.

El tipo de aislamiento que absorbe la humedad de la unidad de refrigeración puede ser un problema si no es inodoro y absorbe la humedad.