Si quieres que tus hijos coman bien, predica con el ejemplo.
Una idea es el principio de una acción. Una acción que se repite es el inicio de un hábito. La vida es más fácil cuando se ha creado una colección de buenos hábitos. Las ideas tardan un poco de tiempo en convertirse en una costumbre y los hábitos alimenticios saludables no son diferentes. Hay que hacer las cosas despacio y perseverar. Pero cuando se trata de algo tan importante en la salud como la dieta, merece la pena totalmente crearlos. Especialmente, cuando se trata del tipo de dieta que probablemente seguirán nuestros hijos durante su vida.
Cuesta el mismo tiempo crear buenas costumbres que malas. Los malos hábitos alimenticios no son cosa de un día. Se acumulan durante un largo período de tiempo y se crean por razones diferentes. Conocer el problema que está en la raíz de los hábitos alimentarios poco saludables facilitará la tarea de cambiar los patrones de alimentación y evitar los efectos perniciosos.
¿Cuáles son las causas los malos hábitos alimenticios?
Hay muchas formas diferentes y razones para desarrollar malos hábitos alimenticios. La siguiente no es una lista exhaustiva.
- Cada persona, incluidos los niños, tiene diferentes necesidades nutricionales en función de su altura, peso, nivel de actividad, condición física y salud.
- Malos ejemplos.
- La comida disponible. Si la despensa y la nevera están llenas de opciones poco saludables, eso es lo que se come.
- Las emociones pueden empujarnos a comer en exceso. Este es un patrón que los padres deben vigilar si aparece en sus hijos ya que puede ser muy problemático si continúa durante toda la vida.
- Las condiciones médicas, incluidas alergias, y los medicamentos pueden afectar el apetito.
- Asimismo, las enfermedades frecuentes pueden llevar a elecciones repetitivas y crear malos hábitos.
- Comer en restaurantes de comida rápida demasiado a menudo.
- No comer suficientes veces durante el día. En nuestro estilo de vida apresurado, saltarse las comidas se vuelve cada vez más normal.
- Falta de educación nutricional. Es importante aprender temprano qué alimentos son buenos, cuales no y lo que puede suceder cuando no se come bien.
- La inactividad y los malos hábitos alimenticios parecen ir de la mano.
- La ansiedad y el estrés juegan un papel importante en las decisiones sobre lo que se va a comer.
- En el caso de los niños, las luchas y discusiones entre padres e hijos sobre qué comer y qué no comer pueden llevarles a tomar malas decisiones.
Malos ejemplos
Los niños siempre imitan a sus padres, así que darles buen ejemplo es el primer paso. Será muy difícil que cuando crezcan se tomen el tiempo de sentarse a comer en la mesa y disfrutar de la comida si siempre han comido con una pantalla delante. Tampoco comerán verduras si nunca han visto a su padre o madre hacerlo. Seguirán una dieta saludable de forma natural si eso es lo que han visto en casa. Y frecuentemente lo más difícil es que los niños coman suficiente fruta y verdura.
Estrés emocional
Todo tipo de emociones pueden hacer que comamos con ansiedad. Puede ser cualquier cosa, desde problemas en el trabajo a problemas familiares, el final de una relación o la ansiedad que causa aplazar las tareas que no nos gustan pero que tenemos que hacer. Ni los niños se libran, para ellos puede ser un examen o que otros niños que se burlen en la escuela.
Vidas agitadas con horarios llenos
Probablemente sea una de las razones más populares por las que las personas tienen malos hábitos alimenticios. Hemos terminado tarde en el trabajo, los niños han llegado tarde del colegio y todo el mundo está cansado y hambriento. En lugar de desayunar, comemos dulces de camino al trabajo o al colegio. En lugar de cocinar, paramos en un restaurante de comida rápida o pedimos comida a domicilio. Cuando se hace una vez y se comprueba que es una solución fácil para su día, se repite y se convierte en una mala costumbre. Lo mejor es pararse a pensar qué se puede hacer para manejar mejor el tiempo y no tener que recurrir a la comida basura día sí y día también, aunque signifique dormir 15 minutos menos.
Excesiva disponibilidad de alimentos poco saludables
Si la despensa y la nevera están llenas de galletas, bolsas de patatas fritas, refrescos, dulces, helados y otros alimentos similares, los malos hábitos nutricionales son casi inevitables. Lo que puede ocurrir si se suprimen todas esas cosas de una vez es una discusión familiar y algo de síndrome de abstinencia. Es mejor ir reduciendo las cantidades y la variedad poco a poco, sustituyéndolos por alimentos más saludables, hasta que ya no haya prácticamente nada poco saludable para comer. Una transición lenta y medida mantiene la paz del hogar.
Alergias, enfermedades y otras condiciones médicas
Hay ocasiones en las que tanto las afecciones médicas como los medicamentos para tratarlas afectan el apetito y distorsionan la sensación de saciedad, inhibiendo nuestra capacidad para reconocer cuando realmente tenemos hambre y cuando no. También influyen en lo que podemos comer y en lo que nos apetece. Si se prolongan o se repiten muchas veces, se pueden crear malas costumbres.