Caracol terrestre

No todas las especies de caracoles terrestres son comestibles.

Los caracoles, esos pequeños moluscos de concha espiralada, son más que una simple curiosidad en jardines y campos; son un ingrediente venerado en la gastronomía mundial.

Los caracoles

Aunque para algunos la idea de comer caracoles pueda parecer poco apetecible, para muchos otros es una delicia que se disfruta como un símbolo de la cocina sofisticada y tradicional. Los caracoles no solo son versátiles en términos de las diversas formas en que pueden ser preparados sino que también son una fuente de proteínas y bajos en grasas, lo que los convierte en una opción alimenticia tan deliciosa como nutritiva.

Los caracoles terrestres son moluscos y se pueden consumir en dietas sin carne.

Datos

El consumo de caracoles tiene raíces antiguas que se remontan a la prehistoria. Se han encontrado restos de conchas de caracol en sitios arqueológicos, lo que sugiere que estos moluscos han sido parte de la dieta humana durante miles de años. Los antiguos romanos eran particularmente aficionados a los caracoles y los consideraban un manjar. De hecho, Apicio, un famoso gastrónomo romano, incluyó recetas de caracoles en su libro de cocina "De Re Coquinaria", uno de los primeros libros de cocina conocidos.

En Francia, los caracoles son sinónimo de alta cocina. Conocidos como "escargot," estos moluscos se preparan generalmente con mantequilla, ajo, perejil y, a veces, con un toque de brandy.

En España, los caracoles tienen un lugar especial, especialmente en la cocina valenciana y catalana. Se consumen en diversas preparaciones, desde la famosa paella hasta guisos y salsas picantes

En África, especialmente en países como Nigeria y Ghana, los caracoles son una fuente común de proteínas. Se preparan de diversas maneras: en sopas, guisos o incluso asados. El caracol gigante africano, conocido como achatina fulica, es especialmente popular y se considera una delicia en muchas comunidades.

Los caracoles también son consumidos en otras partes del mundo, como en algunas regiones de Italia y Grecia, donde se preparan en salsas de tomate o en guisos con hierbas. En Asia, especialmente en países como China y Vietnam, los caracoles se utilizan tanto en la medicina tradicional como en la cocina.

Como identificar a los caracoles

Este molusco posee una concha espiralada que puede variar en color desde marrón claro hasta marrón oscuro, a menudo con patrones o bandas. La concha sirve como protección para el cuerpo blando y musculoso del caracol, que se retrae en ella cuando se siente amenazado. El caracol se mueve lentamente mediante un pie musculoso y segrega un rastro de baba que facilita su desplazamiento. Su dieta es principalmente herbívora, alimentándose de una variedad de plantas, lo que contribuye a su sabor único y terroso cuando se cocina.

Petit gris (helix aspersa)

Originario de la cuenca mediterránea, es una variedad de caracol pequeña pero sabrosa. Su nombre, que significa "pequeño gris" en francés, describe su apariencia física. Este caracol es especialmente popular en la cocina francesa y española.

Caracol borgoñés (helix pomatia)

Este es quizás el caracol más famoso y el más asociado con la alta cocina, especialmente en Francia. El escargot de bourgogne, es nativo de Europa y se considera el rey de los caracoles comestibles debido a su tamaño más grande y su carne más tierna. Se prepara comúnmente con mantequilla, ajo y perejil, y se sirve en su propia concha.

Caracol gigante africano (acahtina fulica)

Originario de África Oriental, es el caracol terrestre más grande y es especialmente popular en la cocina africana. Su tamaño considerable ofrece más carne, lo que lo convierte en una fuente sustancial de proteínas.

Otros caracoles comestibles menos conocidos

El caracol moro (eobania vermiculata) es popular en la cocina mediterránea.

La especie cornu aspersum, una variante de la especie helix aspersa es popular en Italia y Grecia.

La especie pomatia occidentalis es nativa de América del Norte y se consume en algunas comunidades indígenas.

Cómo se usan y cómo se conservan

Los caracoles se pueden encontrar en diversas formas en tiendas y mercados, dependiendo del lugar y la demanda local. También se pueden recolectar caracoles silvestres, pero hay que ser muy buen conocedor de las especies comestibles para hacerlo.

Los caracoles frescos suelen venderse vivos y se mantienen en recipientes con tapa y agujeros para ventilación. Estos son los más frescos y ofrecen la mayor flexibilidad en términos de preparación.

Los caracoles congelados suelen venderse ya limpios y a menudo ya han sido cocidos. Son una opción conveniente si no tienes acceso a caracoles frescos o si deseas almacenarlos durante un período prolongado.

Los caracoles cocidos se pueden encontrar envasados en latas o frascos, generalmente en una solución de agua salada o caldo. Estos son convenientes y tienen una vida útil más larga, pero el sabor y la textura pueden no ser tan destacados como los caracoles frescos.

Algunas tiendas especializadas y mercados ofrecen caracoles ya cocinados, generalmente preparados en una variedad de salsas o aliños y envasados. Estos están listos para comer o pueden incorporarse en otros platos.

Los caracoles frescos deben tener un aspecto húmedo pero no baboso. La concha debe estar intacta sin grietas ni roturas. Deben oler a tierra y humedad, pero no deben tener un olor fuerte o desagradable, lo cual podría indicar que no están frescos. Si están vivos, deberían retraerse en sus conchas o moverse cuando se les toca suavemente. Hay que descartar los caracoles muertos.

En el caso de los caracoles envasados o congelados, hay que verificar la fecha de caducidad, asegurarse de que el envase esté bien sellado y no haya signos de posible daño y verificar la lista de ingredientes para comprobar que no contienen aditivos innecesarios.

Si se opta por recolectar caracoles silvestres, es importante hacerlo de manera responsable para evitar el agotamiento de las poblaciones locales. Hay que conocer y respetar las temporadas de recolección para asegurarse de que las poblaciones de caracoles tengan tiempo para recuperarse. También hay que saber si existen límites a la cantidad de caracoles que se pueden recolectar en la zona en la que se va a trabajar.

Siempre que sea posible, es mejor escoger caracoles que se hayan criado o recolectado de manera sostenible para minimizar el impacto ambiental.

Caracoles en la cocina

Antes de cocinar caracoles, frescos o silvestres, es crucial someterlos a un proceso de purgado y limpieza. Este paso es esencial para garantizar que los caracoles sean seguros para el consumo humano y para mejorar su sabor y textura.

El purgado es un proceso mediante el cual se eliminan las impurezas y los residuos del sistema digestivo del caracol dado que los caracoles pueden haber consumido plantas tóxicas o sustancias nocivas en su entorno natural. El purgado ayuda a eliminar estas toxinas. También mejora el sabor de los caracoles al eliminar cualquier sabor terroso o amargo que puedan tener y puede mejorar la textura de los caracoles, haciéndolos más tiernos y aptos para la cocción.

caracoles a la borgoñesa