Si algo se puede fermentar, se puede hacer vino con ello. Así se abre un enorme abanico de posibilidades para el enólogo casero.
Cuando se hacen en casa, se pueden diseñar los vinos a la medida de los requerimientos. Ese es uno de los muchos encantos de los vinos artesanos, y otra razón por la hacer vino es un pasatiempo que sigue ganando adeptos. Crear nuevos vinos y sabores es parte del atractivo de hacer vino casero. Experimentar con nuevos ingredientes, mezclas y variaciones hacen que la elaboración del vino casero sea un pasatiempo tremendamente creativo y muy gratificante.
Al pensar en vino, lo que viene a la mente inmediatamente son los vinos de uva. Las uvas son perfectas para la vinificación porque típicamente contienen las proporciones correctas de azúcar, ácido, tanino y otros elementos; y también tienen levaduras naturales. Pero las uvas nos son lo único que puede convertirse en vino.
Vinos de uva
La primera distinción en cuanto a vino es si va a ser un vino tinto o uno blanco. El color oscuro del vino proviene de la piel de las uvas tintas, el hollejo. Cuando las uvas se abren y se dejan macerar con el hollejo, el vino resultante será un vino tinto. Un vino tinto se hace con uvas tintas. Un vino blanco se hace con mosto de uvas blancas o con mosto de uvas tintas sin incluir los hollejos. Los vinos rosados son el resultado de limitar el tiempo que permanece el mosto en contacto con las pieles o, a veces, son el resultado de mezclar vino tinto con vino blanco.
Los vinos pueden ser espumosos. Hay varias formas de hacer vinos espumosos. El método tradicional es promover una fermentación secundaria en la botella que produce las burbujas. Un método no tan bueno consiste en añadir dióxido de carbono al vino, como se hace en las bebidas gaseosas.
Sólo los vinos espumosos hechos en la región de Champagne de Francia se pueden llamar champán.
Otro criterio para clasificar el vino es si es seco o dulce. Aunque el contenido de azúcar determina la sequedad o dulzor, el nivel que tenga también depende de la acidez del vino y sus niveles de taninos. Las uvas recogidas al final de la temporada, de cosecha tardía, producen vinos más dulces.
Los vinos de postre son vinos dulces, aunque su contenido de azúcar puede variar enormemente. Los vinos fortificados como el oporto y el jerez también son dulces, pero técnicamente no son vinos puros. Se fortifican mediante la adición de un licor destilado como el brandy.
Otros vinos
Tradicionalmente, se han elaborado vinos a partir de una gran variedad de plantas, pero puede ser necesario mezclarlos o añadir ingredientes adicionales.
Antes del auge de la industria vinícola, los vinos caseros eran la mejor solución en muchos hogares rurales. Hacer vino era una forma de aprovechar el excedente de fruta u otros productos. Alternativamente, las personas recolectaban frutas silvestres para hacer vinos porque resultaba muy económico, ni había que esforzarse en cultivar la fruta ni había que comprarla.
Hay países que tienen vinos especiales. El vino de ciruela es popular en Japón y China. En Hawai, el vino de piña es una tradición. En los países escandinavos, los vinos de arándanos y cerezas tienen una larga historia.
Los vinos de bayas se encuentran entre los vinos campestres más populares. Las moras, las bayas de saúco, las grosellas negras, los arándanos de todo tipo y las frambuesas son candidatos muy populares para la elaboración de vinos caseros.
Se puede utilizar casi cualquier fruta, siempre que se tenga una buena receta que tenga en cuenta los componentes específicos de cada fruta. Se ha hecho vino incluso con frutos como el tomate.
Los vinos de flores son otra opción popular de elaboración de vino casero. Algunos de los vinos de flores más populares son los de diente de león, bayas de saúco o pétalos de rosa. Se hace vino incluso con los hibiscos.
Se pueden hacer vinos con plantas o partes de plantas. El vino de palma y el vino de arce están hechos de la savia del árbol respectivo. También se pueden hacer vinos caseros con hortalizas como patatas, remolachas, zanahorias y chirivías.
Los vinos de hierbas son excelentes no solo para beber, sino también para cocinar, como alternativa al vinagre, y como tónico. Los ejemplos incluyen vinos de romero, lavanda y trébol rojo. El perejil, las ortigas y hasta las cebolletas pueden usarse para hacer vino de hierbas.