Café

El café es una bebida popular a la hora del desayuno, la sobremesa, a media tarde, o para reunirse a casi cualquier hora.

El café es la bebida obtenida por infusión de las semillas tostadas y molidas del cafeto, un arbusto que se cultiva en las regiones subtropicales y templadas. Su alto contenido en cafeína lo convierte una bebida estimulante, así pues mantenerse alerta y despierto es una de las principales razones para consumirlo.

Los granos de café se maduran, se tuestan, se muelen, y se convierten en una infusión de la que se sirven más de 400 millones de tazas diarias en todo el mundo.

El viaje del café desde la planta a la mesa

En contraste con el vino, el fruto del café no se valora como fruta, sino que lo valioso son las dos semillas que cada fruto contiene, esos son los granos de café.

Los frutos maduros tienen semillas con mayor cantidad de aceites aromáticos y producen un café más fino que el de los frutos aun verdes. Por eso, una de las etapas más importantes en el ciclo de vida del café, desde el grano a la tienda, es la cosecha. Como la mayoría del café se recolecta a mano, a razón de unos cestos por día, y los trabajadores seleccionan los frutos, saber diferenciar entre los verdes y los que están en su punto tiene un gran efecto en el producto final. Si se recogieron muchos frutos verdes, el café final será más ácido.

Una vez recogido el fruto, se elimina la pulpa y mucílago, y separar las semillas en vueltas en su pergamino, que es la membrana que las recubre.  Los frutos pueden procesarse a mano o con la ayuda de máquinas, puede utilizarse el método seco, o el método húmedo, pero lo cierto es que deben prepararse el mismo día en el que se han recogido, o se estropean.

Si se usa el método seco, los frutos se secan al sol de 10 a 20 días en grandes superficies de hormigón, cubriéndolos por las noches, hasta que su contenido en agua es aproximadamente  del 12%. Cuando se utiliza el método húmedo, la pulpa y el mucílago se retiran por fricción mecánica, y a continuación se lavan los granos, y se fermentan para eliminar todo resto mucilaginoso. Al final, también se secan los granos al sol.

A partir de ahí los granos se clasifican por color y tamaño, a veces manualmente, pero este proceso se está mecanizando cada vez más. Se descartan algunos de los granos, y otros se pulen, para quitarles la piel y que tengan mejor aspecto. En el caso de algunos tipos de café seleccionados, los granos se maduran entre 3 y 8 años antes de tostarlos, pero la mayoría de los granos se tuestan en los siguientes 12 meses.

Los granos de café se tuestan. Con los 200º C que se alcanzan durante el proceso, los granos de café se comportan como las palomitas de maíz, se expanden a casi el doble de su tamaño y se agrietan. También cambia su color del verde a diversos tonos de marrón, liberando cada vez más aceites de los que contienen. Son estos aceites los que le dan su sabor básico a los diferentes cafés.

Naturalmente, en cada país se han desarrollado una buena cantidad de técnicas locales para tostar café. Algunas veces se añade azúcar al café que se carameliza cuando se tuesta, resultando en el café torrefacto.  El café de Java y Kenia, por ejemplo, a menudo se tuesta muy ligeramente, dándole un sabor distintivo. Después de tostarse, los granos de café producen dióxido de carbono durante varios días por lo que necesitan perder ese gas, ya sea aireándolos antes de envasarlos, o metiéndolos en bolsas de envío semipermeables.

Unas pocas semanas más tarde, los granos tostados se muelen. Y una vez más hay una gran diversidad de estilos y resultados. En algunos casos, se utilizan prensas que aplastan los granos hasta obtener gránulos de tamaño consistente. En otros, se usan molinillos para triturarlos granos, y se producen trozos de diferente tamaño. El café turco se consigue machacando los granos hasta que se hagan polvo, normalmente con un mortero.

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