Un pastel con una base y una cubierta de masa quebrada y relleno de manzana, en el más puro estilo de Connecticut.
Ingredientes
Instrucciones
Preparamos la masa
Tamizamos la harina, junto con la levadura en polvo, la sal, y el azúcar moreno, en un cuenco grande.
Reservamos 25-30 g de mantequilla para el relleno y ponemos el resto en el medio de la harina. VAmos cortando la mantequilla en trozos cada vez más pequeños pequeños con un cuchilo de metal.
Después frotamos la mantequilla y la harina con los dedos hasta que la mezcla se parezca a migas.
Vamos salpicando la mezcla con leche fría, una cucharada cada vez, y mezclando hasta que la masa forme una bola.
Envolvemos la masa en plástico de cocina y la dejamos reposar en la nevera 30 minutos.
Pasado ese tiempo, la dividimos en dos partes y las estiramos para formar la base y la cubierta del pastel.
Preparamos el relleno
Salpicamos el zumo de naranja sobre los trozos de manzana, para evitar que pierdan color.
Mezclamos el azúcar y la canela molida con los trozos de manzana.
Hacemos el pastel
Calentamos el horno a 180° C.
Forramos un molde de tarta con masa quebrada para hacer la base del pastel.
Rellenamos con los trozos de manzana condimentados con canela y azúcar, y repartimos por encima la mantequilla que habíamos reservado. Cubrimos con el otro trozo de masa estirada sellando los bordes con un poco de leche.
Hacemos un agujero en el medio de la tapa, o abrimos algunas ranuras, para permitir que escape el vapor y la pintamos con clara de huevo ligeramente batida para que quede brillante y dorada al hacerse en el horno.
Colocamos el pastel en el centro del horno y dejamos que se haga durante una hora. Una vez hecho, lo retiramos del horno y dejamos que se enfríe hasta que se pueda manejar.
Servimos el pastel entre caliente y templado, cortado en trozos, acompañado de helado de vainilla o crema inglesa.