El queso es un alimento que viene de antaño. Plinio creía que el queso podía curar todos los males y ciertamente los antiguos romanos hacían muy buen queso. Ellos llevaron sus técnicas a todos los rincones del imperio.
El queso se hace con leche. Normalmente se utiliza leche de vaca, leche de oveja, o leche de cabra, pero también se hacen quesos con leche de búfala, camella, o cualquier rumiante. La leche se cuaja por la adición de cuajo y un cultivo iniciador de bacterias que convierte la lactosa - el azúcar en la leche - en ácido láctico. La leche se separa en cuajada, sólida, y suero, líquido. Esos gránulos sólidos de leche cuajada son la base y se convierten en queso una vez que se lleven a cabo otros procesos.
Las diferencias entre estos procesos son el origen de la gran variedad de quesos que hoy tenemos.
Cómo se guarde el queso afecta al resultado final, por lo que se debe tener en cuenta a la hora de seleccionar uno. Si el queso se conserva a baja temperatura, se preservará mejor el sabor y el aspecto original, pero el queso se debe servir a temperatura ambiente y habrá que sacarlo del refrigerador con tiempo suficiente.
Se dice que a Carlomagno le encantaba el queso y Atila, el huno, comía queso hecho con leche de yegua.